Tuesday, December 20, 2022

GEORGE WASHINGTON, EL MILAGRO DE JANUCA Y BILLETE DE DÓLAR







*GEORGE WASHINGTON, EL MILAGRO DE JANUCA Y BILLETE DE DÓLAR*
Era la noche del 17 de diciembre el año 1775, durante La Guerra de Independencia de los EEUU, el soldado judío Jaim Solomon, no estaba pensando en la batalla del día siguiente.
Toda su preocupación estaba centrada en como poder encender la vela de la primera noche de Janucá, sin llamar la atención de nadie.
Para eso, esperó a que todo el batallón se durmiera en el campamento de las fuerzas que peleaban por la independencia de los Estados Unidos, en Valley Forge, Pensilvania.
Cuando pensó que ya nadie lo observaba, saco la Janukia que su padre le había regalado, y procedió a encender la vela.
Mientras Jaim Solomon cumplía con la Mitzva, pensaba que quizás este pudiera ser su último Janucá, ya que eran mucho menos en número de hombres que los ingleses, y casi ya no tenían armas.
En ese instante solo pudo pronunciar: “gracias Hashem”, “¡gracias por todo!”, mientras recitaba las bendiciones de la encendida de las velas de Janucá.
Pero de pronto, se dio cuenta que había una persona parada a su lado, apoyando la mano sobre su hombro.
“¿Qué estás haciendo?, ¿acaso eres un espía?”
Quien le gritaba no era otro que el Comandante del Ejército Revolucionario, el General George Washington.
No, mi general! respondió Jaim Solomon, ¡Di-s no lo permita! Soy un judío observante. Creo en Di-s y este es uno de los preceptos que nos ordenó. No soy un espía, mi general.
¿Qué tipo de precepto es ese?”, ¿Qué significa este candelabro? preguntó el general.
Jaim le respondió: “los Judíos en todo el mundo, enciende velas esta noche, ya que es Janucá, la fiesta del gran milagro.
Hace aproximadamente 2000 años, nosotros los judíos estábamos luchando una guerra muy parecida a esta, y ganamos esa guerra porque luchábamos por la verdad, luchábamos por la libertad.
Éramos menos en número, muchos menos que nosotros ahora. Los judíos eran una proporción de 1 a 100, pero ganaron porque creían en una causa justa, y Di-s nos ayudó.
Y mañana triunfará también usted, señor general, de la misma forma que ganaron los Macabeos. Di-s nos ayudará de la misma forma en que nos ayudó en ese momento!”.
El general permaneció en silencio, mientras lo miraba incrédulo. Pero luego de unos instantes le dijo: “Tú eres un judío. ¡Eres de la nación de los profetas! ¡Tomaré tus palabras como si hubieran sido pronunciadas por Di-s mismo!”. El general estrechó la mano del soldado Jaim Solomon, y desapareció en la oscuridad.
Al poco tiempo, las fuerzas del general Washington vencieron a las fuerzas británicas, y finalmente, se declaró la independencia de los Estados Unidos de América.
También se declaró que todos los ciudadanos son iguales y tienen los mismos derechos.
Posteriormente, el General George Washington, se convirtió en el primer presidente de los Estados.
Jaim Solomon sobrevivió a la guerra y retornó a su hogar en Brome Street, New York.
Algunos años más tarde, en que Solomon estaba sentado en su casa junto a su familia, observando las velas de la Janukia, que brillaban junto a la ventana, alguien golpeo a su puerta.
Jaim se levantó a abrir la puerta, y quedó atónito al ver que allí se encontraba un grupo de oficiales del ejército, junto al primer presidente de los Estados Unidos, el general George Washington, en persona!
Los hizo pasar, y el presidente le expreso: “Veo que sigues fiel a las tradiciones de tu Pueblo, ¡feliz Janucá¡ si mal no recuerdo, ese era el nombre de la fiesta…
Estamos aquí por un presente que quise traerle en persona.
Uno de los oficiales dio un paso al frente y sacó un pequeño estuche de terciopelo de su bolsillo. El señor Solomon no salía de su asombro.
Tomó lentamente la cajita, la abrió y encontró allí una medalla de oro. Al tenerla en sus manos vio que estaba grabada sobre ella, la imagen de la Menora, junto a las palabras: “Una muestra de gratitud por la luz de tu vela, Con admiración, de George Washington”.
Señor Solomon, dijo el presidente, usted no sabe lo que hizo en Filadelfia hace unos años”. Y continúo diciéndole: Esa noche, yo no podía dormir, pues creía que no teníamos chance de ganar.
Había pensado que era mejor rendirnos, ya que no teníamos suficientes municiones, y solo contábamos con un reducido número de soldados, y la comida era insuficiente.
Cuando vi a los soldados durmiendo a la intemperie, con el frío intenso azotándolos, pensé que no había nada que pudiéramos hacer.
Sin embargo, cuando lo escuche a usted, y vi esas luces, me dio una nueva energía para que no nos rindiéramos, y así poder seguir adelante y ganar la guerra. Sentí que estábamos del lado correcto, y que nuestra causa era justa. Por eso vine hasta su casa, para agradecerle y condecorarlo, y decirle que esta noche también es mi fiesta. Para mi Janucá significa la luz de esperanza, y la luz de la Libertad!
George Washington le colgó la medalla de oro sobre su cuello, mientras las lágrimas de Solomon caían de sus ojos y no podía hablar.
La medalla entregada por Washington a Jaim Solomon, aún existe como testimonio de la fuerza de Janucá, en el Museo de Historia Judía de New York.
Posteriormente, George Washington nombro a Jaim como su principal colaborador para asuntos económicos.
Salomon se convirtió en banquero, y tuvo éxito en acumular una inmensa fortuna, que utilizó para financiar la revolución y luego para salvar a la nueva nación del colapso financiero
Jaim, siguió colaborando con el presidente, y solicito ayuda a la comunidad Judía de los Estados Unidos, integrada entonces mayoritariamente por familias pudientes de origen sefaradim, descendientes de portugueses y españoles de los países bajos, para que ayudaran con donaciones de dinero al ejército Americano, y al nuevo estado.
Su acción fue tan exitosa, que el mismo presidente Washington expreso sobre Jaim lo siguiente:
“Sin la actitud de Solomon, los acontecimientos de la historia habrían sido distintos, debido a que el ejército de los EE.UU no habría resistido en su guerra contra los británicos y el resto de los enemigos, que querían impedir su existencia”
Uno de los símbolos que expresan la soberanía de un país es su moneda, ese tributo figura en ella y es de un alcance y permanencia impresionantes. Por lo tanto, George Washington instruyó a los dibujantes, para que al diseñar el billete de un dólar, incluyeran un tributo a Jaim Salomon y al pueblo judío. Así en el reverso del billete, encima de la cabeza del águila, se diseñó un Maguen David rodeado de una brillante luz. También como agradecimiento a Salomon, se diseñó en la parte trasera del mismo billete, donde está el escudo debajo del águila (ver el billete al revés/porque la cultura judía es diferente y opuesta a la del mundo pero sabe convivir cortesmente) una Janukia con nueve luminarias, el escudo se convierte en una Menorá de Janucá. Contrario a los mitos y paranoias que se dicen esta es la verdadera historia. 
En 1975, Estados Unidos emitió un sello postal en su honor.
B”H que la luz de Janucá, nos ilumine también a nosotros en todos nuestros caminos, y nos traiga muy pronto la Gueula en nuestros días.

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