Soldados, comandantes y personal de las FDI.
Han pasado ochenta años desde que comenzó la Segunda Guerra Mundial, la guerra más grande de la era moderna, una guerra que la brutal ideología nazi convirtió en la más cruel y despreciable de la historia humana. Las familias fueron desarraigadas de sus hogares, los niños fueron separados de sus padres, el asesinato de judíos se convirtió en una rutina, y un plan sistemático de matar en todo un continente amenazó con borrar a los judíos de la faz de la tierra y erradicar sus raíces únicas.
Pero la gente, cuyo destino aparentemente había sido decretado, logró sobrevivir. Más que eso en los tiempos más difíciles, envió soldados judíos a luchar en las fuerzas armadas aliadas o en las brigadas judías contra el ejército nazi, mientras que los guerreros del ghetto y los partisanos lucharon por sus vidas y su libertad, sin ayuda. Muchos otros lucharon en una batalla diferente, igualmente difícil para mantener su humanidad. Cómo se aferraron a su identidad judía y a la vida con la poca fuerza que les quedaba es todavía un ejemplo sobresaliente para nosotros. Los sobrevivientes se dirigieron a la tierra de Israel y comenzaron sus vidas nuevamente aquí.
Si pudiéramos escuchar las voces de aquellos de nuestra gente que fueron víctimas del odio y el antisemitismo, los escucharíamos pidiéndonos una cosa: que nunca dependamos de los favores de nadie más. Nosotros, los comandantes y soldados de las FDI (pasado, presente y futuro) formamos las fuerzas defensivas por las que rezaron en su camino hacia los crematorios. Por su bien, nos comprometemos a seguir contando su historia. Como la última generación con el privilegio de escuchar su testimonio de primera mano, preservaremos cada imagen existente y cada página del diario que sobrevivió, para que su testimonio pueda seguir haciéndose eco para las generaciones futuras. Continuaremos luchando por la seguridad de la nación para permitir que se mantenga independiente y prospere, para que las generaciones venideras puedan vivir aquí con comodidad y seguridad.
Las estrellas amarillas usadas en las solapas han sido reemplazadas por insignias de combate, y una Estrella de David vuela orgullosamente en la bandera de un Israel independiente y defendido.
Con una mano, saludamos a los caídos, mientras hacemos un puño con la otra, preparados para vencer a cada amenaza.
Que la memoria de los 6 millones sea una bendición.
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