Yeshua no tenía reparos en confrontar tradiciones que anulaban la Palabra de ADONAI (como el lavado de manos excesivo o el "Corbán"). Si Janucá hubiese sido una festividad solo por tradición, Yeshua habría aprovechado ese momento para reprender al pueblo.
En lugar de reprenderlos, Él estaba allí. Subió a Jerusalén en invierno (un viaje difícil) específicamente durante esta celebración. Su presencia honró la victoria de Adonai en el Templo.
La amenaza existencial: Antíoco IV Epífanes no solo quería un cambio político; quería la aniquilación de la fe e identidad hebrea. Prohibió la circuncisión, el Shabat, la Torá, etc.
Si los griegos hubieran ganado esa guerra, nuestro legado e identidad habría desaparecido o se habría asimilado totalmente al paganismo helénico.
Si desaparecía en el año 160 antes de Yeshua, no habría habido Templo, no habría habido linaje de David identificable, no habría habido una doncella judía llamada Miriam (María) cumpliendo la profesias Mesiánicas de la Torá.
Hoy la celebración de Janucá es un tiempo propicio para recordar que ADONAI preservó la línea mesiánica. El milagro de Janucá hizo posible la llegada del Mesías.
Claro no es una "Fiesta de la Torá", pero con un gran peso Profético"
"que está en el corazón de la Pueblo". Daniel lo vio: El profeta predijo con exactitud el levantamiento del "cuerno pequeño" y la abominación desoladora (Daniel 8:9-14; Daniel 11).
El cumplimiento Janucá en la histórica es profecía bíblica dada a Daniel. Al celebrarla, estamos testificando que Adonai cumple Su palabra. ignorar este cumplimiento Revelado por el Mismo Rúaj Hakodesh (Espiritual de Santidad) es simplemente Falta de divertimento.
Aquí es donde el mensaje toca el corazón del creyente moderno.
El enemigo actual no es contra soldados griegos, luchamos contra el "helenismo espiritual" la idea de que la Escrituras debe adaptarse a la cultura moderna, que la verdad es relativa y que podemos mezclar (sincretismo) lo santo con lo profano.
Es clave entender el mensaje de Yeshua: En Juan 10:36, durante Janucá, Yeshua dice: "¿al que el Padre santificó (dedicó) y envió al mundo..."
Como seguidores de Yeshua es una declaración de guerra espiritual. Es decir: "Yo, como templo del Espíritu de Santidad, me niego a asimilarme a este mundo. Me re-dedico (hacer Janucá) al servicio de mi Rey".
Yeshua nos llamó "la luz del mundo". Así como la Januquiá (candelabro de 9 brazos) tiene una vela central llamada el Shamash (el Siervo). Esta vela se enciende primero y sirve para encender a todas las demás, Así Yeshua es nuestro Shamash, el Siervo Sufriente. Encender la luz del Mesías es brillar en la oscuridad de un invierno espiritual.
Janucá no es una obligación legalista, ni por simple imitación cultural judía. La celebramos porque nuestro Maestro Yeshua estuvo allí. La celebramos porque reconocemos que Adonai preservó a Su pueblo para traernos Salvación. Y la celebramos porque hoy, más que nunca, necesitamos recordar que somos templos que deben ser purificados y re-dedicados, brillando con la luz de la Torá y el testimonio de Yeshua en medio de una generación oscura."

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